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Los fondos europeos avivan la llama del hidrógeno verde en España

A pesar de que este combustible ‘verde’ promete ser una pieza fundamental en la transición energética, las decisiones (especialmente de financiación) al respecto se deben tomar con la mayor cautela posible

Parece que el hidrógeno ha llegado a la transición energética para quedarse. Una gran parte de esa responsabilidad recaerá en una parte de los fondos de recuperación europeos que se destinarán a innovar, desarrollar y afianzar esta nueva tecnología en nuestro país. Esta es una de las principales premisas del PERTE de energías renovables, hidrógeno renovable y almacenamiento aprobado el pasado 15 de diciembre por el Gobierno de España, con una clara visión de futuro.

Los objetivos en los que trabajar ya están descritos en la Hoja de Ruta del Hidrógeno Verde. El documento pretende que España lidere la investigación de este nuevo vector energético, fundamental para descarbonizar tanto el transporte pesado por tierra, mar y aire, como la gran industria con alto consumo energético (actualmente emplea gas fósil). Con un objetivo de 4 GW de potencia instalada de electrolizadores o que un mínimo del 25% de lo que consuma la industria proceda de fuentes de renovables en 2030, se pretende alcanzar una relevancia en este mercado naciente y pionero para ser una referencia en Europa.

Fondos de arranque

Ahora el componente 9 del PERTE de energía pretende ser el pedal del acelerador gracias a los 1.555 M€ que se destinarán a todo lo que se relacione con el hidrógeno, verde y renovable, por supuesto. Para ello, el documento identifica diferentes líneas de actuación con varias fases. La primera es potenciar e impulsar la cadena de valor industrial del hidrógeno con el apoyo a la creación de capacidades técnicas y el avance tecnológico, sobre todo respecto al I+D+i, con demostraciones y prototipos.

«Es necesario controlar y evitar la inyección de hidrógeno a la red de gas porque supondría un greenwashing del gas fósil»

Posteriormente, se pretende impulsar las actuaciones de los centros tecnológicos y empresas que hoy cuentan con líneas de trabajo sobre hidrógeno renovable, estimulando instalaciones de ensayo de sistemas, componentes o equipos. Entre el amplio listado de nuevas aplicaciones, se encontrarían la producción de hidrógeno mediante hidrólisis, la pila de combustible y sistemas de combustión directa, así como la subvención a nuevos vehículos terrestres de mercancías pesadas y embarcaciones marítimas, entre otros.

Otra línea de trabajo es la de convertir a España en un “Hub de hidrógeno”, un valle vanguardista y de referencia a nivel europeo. Se desarrollaría en torno a los grandes centros de consumo energético para identificar y solventar las barreras actuales para impulsar el despliegue de electrolizadores de alta capacidad, integrar suministros de hidrógeno renovable, programas de formación y conseguir que toda la electricidad del “hub” proceda de renovables a través de contratos bilaterales de energía (PPAs). En muchos casos, y con las características definidas, lo que se intenta es captar proyectos pioneros que son susceptibles de acceder a la financiación a través de los fondos europeos.

Un camino tortuoso

La inminente convocatoria de proyectos sigue siendo eso, inminente; no llega. Aprobada la Orden 1444/2021 el 24 de diciembre, dotada con 250 M€ para el impulso de la cadena de valor, y la Orden TED/1445/2021 de las bases reguladoras para la concesión de ayudas, con 150 M€, las empresas aún no pueden presentar los proyectos porque el IDAE no ha sacado la convocatoria. Aunque no serán las últimas convocatorias, los retrasos marcarán el ritmo de avance.

Todas las empresas españolas están esperando para impulsar este vector energético en España. Las pequeñas pymes, startups, fondos deinversión, tecnológicas y las grandes eléctricas, gasistas y petroleras buscan entrar en este nuevo mercado gracias al dinero europeo y así redirigir sus planes de desarrollo.

Problemas: eficiencia y gas fósil

Sin embargo, actualmente el hidrógeno no es una veta de oro inagotable, tiene limitaciones y entre ellas la promoción por parte de empresas que, hasta ahora, han tenido en los combustibles fósiles su principal valor histórico. Una excesiva sobreoferta de proyectos de hidrógeno puede desvirtuar y redireccionar los fondos lejos de otras tecnologías ya maduras, competitivas, más sostenibles y con un valor social más elevado.

El inconveniente es la eficiencia. Actualmente, para producir 1 kg de hidrógeno necesitamos 50 kWh de electricidad procedente de fuentes como el sol o el viento, si queremos que sea verde, con una eficiencia del proceso entre el 60% y 70%. Como señala el informe de la Fundación Renovables “El papel del hidrógeno en la transición energética”, uno de los principales valores es apostar por la máxima eficiencia energética de los procesos, por lo que si tenemos sectores con una alternativa eléctrica, como es el ferrocarril, desarrollar sistemas de hidrógeno solo podría hipotecarnos.

Otro punto que se destaca en el informe es el de los electrocombustibles en la movilidad. A causa de su baja eficiencia (por debajo del 20%), debe considerarse una opción de último recurso por las pérdidas energéticas a lo largo de su proceso de transformación. Así mismo, se consumen en motores térmicos, con bastante menor eficiencia que los eléctricos actuales de vehículos, y al requerir carbono para su síntesis, emiten dióxido de carbono.

Conjuntamente, es necesario controlar y evitar la inyección de hidrógeno a la red de gas (blending), porque supondría un greenwashing que seguiría promocionando el gas fósil e invirtiendo en infraestructuras de transporte que nada o poco tienen que ver con la demanda actual y la búsqueda de la sostenibilidad. Por tanto, es importante evidenciar que el hidrógeno es fundamental, pero solo en los sectores que no son susceptibles de una electrificación directa. Perderemos una oportunidad histórica si no jugamos la baraja de los fondos europeos teniendo en cuenta sus limitaciones.

Fuente:  El Confidencial