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La contaminación por metano es superior a lo que se creía y ya preocupa tanto como el CO2

El CO2 tiene más protagonismo que el metano a la hora de hablar de gases de efecto invernadero que están acelerando el calentamiento global del planeta Tierra. A lo sumo, este segundo salta a los titulares cuando se habla de las emisiones de las explotaciones ganaderas de vacuno. Sin embargo, cada vez más voces expertas reclaman la importancia de este gas a la hora de plantear soluciones para frenar el cambio climático.

El informe más recientes (febrero de 2022) de la Agencia Internacional de la Energía asegura que el metano es responsable del 30% del incremento de las temperaturas desde que se inició la Revolución Industrial.

Pero lo cierto es que su peso en el conjunto de gases contaminantes puede ser mayor del que se creía.

Así lo ha puesto de relieve otro reciente informe que ha utilizado imágenes de satélites para medir la emisión de metano por parte de la industria del gas y el petróleo.

La conclusión a la que llega es que es mayor de la reconocida. Aquellos grandes emisores de metano no declarados representan al menos el 10 % de las emisiones oficiales de metano de petróleo y gas en los seis principales países productores.

Traducido a números, cada tonelada de metano no incluida en los informes oficiales equivaldría a 4.400 dólares de impacto en el clima y el ozono superficial, los cuales afectan la salud humana, el trabajo la productividad o el rendimiento de los cultivos, entre otros.

Qué es y dónde se produce

El metano es un gas incoloro e inodoro que en la naturaleza se produce a partir de la putrefacción anaeróbica de las plantas. Este proceso natural se puede aprovecha para producir biogás y puede constituir hasta el 97% del gas natural. En las minas de carbón se le denomina grisú y es muy peligroso por su facilidad para inflamarse.

Entre los focos de emisión de origen natural destacan la descomposición de los residuos orgánicos (30%), los pantanos (23%), la extracción de combustibles fósiles (20%) y en los procesos de digestión de los animales, especialmente el ganado (17%).

Por qué es más importante de lo que se cree

El metano está considerado como el segundo gas de efecto invernadero de mayor impacto. Sin embargo, históricamente no se le ha dado tanta importancia como al CO2.

Uno y otro tienen distinto comportamiento. El dióxido de carbono es el contaminante de más larga vida y el más extendido. El resto, entre los que se encuentra el metano, son de vida corta y desaparecen de la atmósfera con relativa rapidez. No obstante, los científicos han demostrado que es mucho más efectivo atrapando la radiación solar y contribuyendo de forma más potente al calentamiento. Se ha calculado que tiene 36 veces más potencial. De ahí la importancia para combatirlo casi al mismo nivel que el famoso CO2.

Para ello, la Unión Europea tiene una Estrategia sobre el Metano que data de 2020. Además, está preparando una nueva legislación que pone el foco en este gas y con la que pretende reducir su emisiones.

El sector de la energía (en el que se incluyen el petróleo, el gas natural, el carbón y la bioenergía) vuelve a estar a la cabeza en cuanto a la responsabilidad de emitir metano.

Según el análisis de la Agencia Internacional de la Energía, cerca del 40% de las emisiones de metano provienen de la energía. Por eso, este organismo cree que ser consciente de este problema es una gran oportunidad para limitar el calentamiento global «porque las vías para reducirlas son bien conocidas y, a menudo, rentables», defiende el informe.

La ganadería, a la cola de las emisiones

¿Por qué es frecuente culpar a las vacas de ser las grandes responsables de los males del metano? Porque aunque la agricultura no sea la principal responsable, sí que resulta más difícil reducir las emisiones de metano que emite y se considera que el efecto combinado del sector agrícola es muy importante. Es decir, que cualquier cambio, por pequeño que sea, en este sector puede tener un gran impacto.

Sobre estos gestos necesarios, en la COP26 los países llegaron al acuerdo de reducir un 30% las emisiones de metano de aquí a 2030, materializado en la Global Methane Initiative.

En Europa, la estrategia para conseguir cumplir con este pacto se centrará en reducir las emisiones de metano en los sectores de energía, agricultura y residuos, ya que estas áreas representan casi la totalidad de las emisiones de metano en el Viejo Continente.

El planteamiento es poner en marcha acciones específicas en cada sector económico y aprovechar sinergias entre sectores (como, por ejemplo, a través de la producción de biometano).

Fuente: ABC