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Energía nuclear, ¿por qué interesa tanto que sea una inversión verde?

Gobiernos de todo el mundo reforzaron su compromiso con el medioambiente con la firma del Acuerdo de París en 2016. La evidencia científica, cada vez más palpable, ha empujado a las autoridades a pasar del papel a los hechos. Un ámbito en el que se ha dado pasos hacia adelante es la normativa europea sobre inversiones verdes.

«Ya no hay debate sobre el hecho de que la transición energética está en marcha y nada va a detenerla» destaca a Finect Alban Préaubert, socio y gestor de fondos en Sycomore Asset Management. Gran parte de la inversión de los fondos de recuperación europea se destinará a proyectos directamente relacionados con la eficiencia energética y la ecología. O que, al menos, guardan relación con este ámbito.

«UBS estimó que para financiar los esfuerzos necesarios para lograr la neutralidad del carbono en 2050 la necesidad de inversión global anual sería de 5 billones en 2030, el 4,5% del PIB mundial», apunta Préaubert.

La forma de alcanzar esos desembolsos en el continente europeo ha creado discrepancias entre los países miembros de la Unión Europea. La taxonomía verde, la nueva forma de clasificar inversiones verdes dentro del bloque comunitario, mantiene enfrentados a gobiernos defensores de que la energía nuclear tenga la etiqueta ecológica con otras naciones contrarias a esa designación, como es el caso de España.

La nueva taxonomía verde es un sistema de clasificación de las actividades económicas que contribuyen al cumplimiento de los objetivos medioambientales de la Unión Europea. Esta clasificación pretende determinar si una actividad es sostenible o no lo es. El objetivo final es ayudar a las empresas y los inversores en la toma de decisiones de inversión identificando las actividades que contribuyen a mitigar el cambio climático.

Este nuevo marco serviría para aumentar la confianza en las inversiones verdes, aquellas que cumplan con unos criterios alineados con el Pacto Verde Europeo. Se trata también de evitar el denominado greenwashing, es decir, que se intenten promocionar como verdes inversiones que en realidad son perjudiciales para el planeta.

La idea es ayudar a las empresas a financiar su propia transición para lograr la neutralidad climática en 2050. Las compañías deben comunicar qué parte de su cifra de negocios cumple con la taxonomía europea. Por otro lado, las entidades financieras tienen que informar de cuál es el porcentaje de préstamos dedicado a actividades sostenibles.

La nuclear, ¿por qué es verde para la UE?

Bruselas decidió a comienzos de febrero incluir la energía nuclear y el gas como energías verdes dentro de la nueva taxonomía. Esto, a falta de que el borrador pase los filtros del Parlamento Europeo y del Consejo. Pero el plan europeo no las sitúa estrictamente en un plano de igualdad con otras fuentes energéticas, sino en un punto intermedio entre opciones contaminantes y las 100% renovables.

La nueva normativa supondría que las centrales nucleares constituidas antes de 2045 obtengan la etiqueta verde. El Pacto Verde Europeo exige a los países a invertir en reformas ecológicas al menos el 37% de la financiación que reciben del Mecanismo de Recuperación y Resiliencia. Cumplir esa exigencia resulta más accesible con la inclusión en el listado de fuentes limpias una fuente adicional como la nuclear. La meta, guiar a los inversores hacia vías de inversión sostenible.

La propuesta de Bruselas se alinea con las pretensiones de Francia, país muy dependiente de la energía nuclear y que tiene planes de construcción de nuevas centrales. El anterior Ejecutivo alemán de la CDU, partido de la excanciller Angela Merkel, también era proclive a apoyar en este caso el gas como energía limpia, otra de las fuentes que más controversia han generado.

El bloque de países opuestos esgrimen que la nuclear y la energía procedente del gas se ponen al mismo nivel que las renovables. La primera no emite gases de efecto invernadero, pero genera residuos radiactivos de alta actividad. Las plantas de gas, por otro lado, emiten dióxido de carbono, pero en menor cantidad que las centrales térmicas de carbón a las que pretenden sustituir.

«Un aspecto positivo de esta controvertida propuesta es que abre el debate sobre el difícil y delicado periodo de transición actual hasta que las renovables (sin gas ni nuclear) puedan cubrir las necesidades de energía», destaca Matthias Fawe, analista ESG y de evaluación de impacto de Vontobel. Esta gestora francesa considera que los planes de la Comisión Europea no cambiarán la percepción de los principales inversores que buscan productos sostenibles: «Este tipo de inversores coincide al considerar la energía nuclear como un criterio de exclusión, igual que ocurre con el carbón o el petróleo», añade Fawer.

Desde Federated Hermes reflexionan sobre otro argumento favorable a la nuclear. «La idea principal de la taxonomía europea para las inversiones verdes es crear un coste de financiación diferenciado para las distintas actividades en función del grado en que se consideren ‘verdes'», valora Ingrid Kukuljan, responsable de inversión sostenible y de impacto de la gestora estadounidense. «En el caso de la energía nuclear, este punto es especialmente importante. Dados los elevados costes de capital y las largas duraciones, una reducción del 1% en el coste medio ponderado del capital (del 7% al 6%) se traduciría en una reducción del 10% de media en el LCOE (coste nivelado de la electricidad) producido por las nuevas centrales».

Oportunidad para invertir en nuclear

La inclusión de la energía nuclear como inversión verde en la taxonomía europea puede suponer un antes y un después en el interés inversor por esta fuente energética. Michael Alsalem, responsable de la oficina londinense de AZvalor Asset Management, indica que esta energía es «la más barata y limpia de producir» y por costes es «extremadamente competitiva con respecto a las renovables».

Esta boutique de inversión cuenta con un fondo con exposición al uranio, elemento que se usa como combustible en las centrales nucleares. El Azvalor Internacional, un vehículo de renta variable, tiene pequeñas participaciones de empresas del sector en su cartera: Sprott Uranium Trust y la canadiense Cameco Corporation.

Precisamente esta última firma es uno de los valores analizados por el área de renta variable de Singular Bank, junto con Exelon Corporation y EDF. Todos ellos cotizadas para los inversores que prefieren seleccionar en el mercado activos concretos para invertir en energía nuclear.

Si no, siempre está la opción de acudir a productos financieros con una garantía 100% verde. El escaparate de inversión socialmente responsable de Finect recoge una selección de vehículos de gestoras nacionales e internacionales. Entre ellos, el Sycomore Fund Eco Solutions.

Fuente: El Economista