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«El CO2, una “commodity” económica». Arturo de las Heras. Enero 2019

En el marco de la temática del cambio climático, el CO2, como gas de efecto invernadero, está en el centro del debate en cuanto a las políticas de mitigación y reducción de emisiones, pero se habla muy poco sobre su influencia sobre la economía global, y en particular su efecto directo sobre la economía europea.

Es sabido que el CO2 es un gas que opera en los mercados internacionales como una “commodity” más, ya sea de forma voluntaria como en EEUU, China o Australia, o en mercados obligatorios como es el caso de Europa, convirtiéndose en estos últimos meses en un fundamental, influyendo de forma directa en la formación de precios de la energía, sobre todo en la compra de futuros y derivados.

El hecho que en Europa sea obligatorio para unos cuantos sectores intensivos en energía la adquisición de permisos de emisión en los mercados financieros o en las subastas públicas para cubrir sus emisiones de CO2, hace que los costes de adquisición entren de lleno en el escandalo de costes operativos de dichas empresas, sobre todo en aquellas empresas que no pueden acceder a los paquetes gratuitos de permisos que otorga la entidad reguladora europea, como por ejemplo la industria de la generación eléctrica en base a combustibles fósiles, que en el caso español es básicamente carbón y gas natural.

¿Qué quiere decir esto? Pues que las fluctuaciones en el mercado del CO2, de una forma o de otra, impacta de lleno en el precio de la electricidad que pagamos todos. En la actualidad, el precio en los mercados de futuros y derivados de la energía eléctrica, se establecen en base a las fluctuaciones de mercado del petróleo, el carbón, el gas, ……., y del CO2.

Los mercados eléctricos y del CO2 en la actualidad.

Los precios eléctricos en España a principios y mediados de 2016 se movían alrededor de los 40 € Mwh. Esta tendencia moderada se rompió a finales de 2016 e inicios de 2017 donde el coste del Mwh llegó a los 100 € en el mercado Spot arrastrando al alza los mercados de futuros. El precio medio de la energía en el año 2016 fue de 48,43 € Mwh, en el 2017 de 60,54 € Mwh y en el año 2018 ha sido de 64,37 € Mwh, una tendencia alcista de la energía eléctrica en España y que de momento no se visualizan señales que indiquen un cambio de tendencia.

Ante estas circunstancias cabe preguntarse si hay alguna correlación entre los precios de los mercados eléctricos y los precios del CO2.

En el año 2016 el precio del CO2 se situó en una media anual de 5,35€ la tonelada, precio moderado acorde con el precio eléctrico de 2016 si bien hubo ciertas fluctuaciones a finales de año coincidiendo con las subidas de precio eléctrico. En el año 2017 el precio del CO2 siguió moderado hasta mediados de año, coincidiendo con la senda alcista del precio de la energía, si bien el precio medio en 2017 se situó 5,83€ a finales de ese mismo año ya se había situado en los 7,54€, tendencia que ha seguido en el 2018 con una media anual de 15,88€ y máximo de 22,57€ en diciembre. Una subida sostenida de precios del CO2 a cotas nunca vistas.

En el 2016 el coste de la subasta de derechos de emisión para las empresas europeas ascendió a 3.780 millones de euros, en 2017 ascendió a más de 5.490 millones y en el 2018 a más de 14.000 millones de euros, un 156% superior al 2017.

Claramente se observa una cierta correlación entre el precio de la energía eléctrica y los precios de CO2, correlación que se mantiene también en los mercados de futuros y derivados eléctricos en los mercados europeos.

 

 

No hay un único factor que pueda explicar estas subidas del coste eléctrico y de CO2, pero si hay tres circunstancias que han aparecido en estos últimos años que han presionado al alza los mercados.

En primer lugar, el parque eléctrico francés con problemas serios de seguridad en sus centrales nucleares que han obligado establecer una planificación de parada de largo plazo de las dichas centrales, obligando a la importación de energía eléctrica de otros países, entre ellos España. Esta circunstancia ha provocado un aumento de la demanda que se ha sufragado con mayor generación de energía en base a térmica de carbón y, en menor medida, de ciclo combinado, estas dos tecnologías, necesitadas de permisos de emisión, han tenido que ir a buscarlos al mercado o a subasta junto con otros países como Alemania, presionando al alza el precio del CO2 en un mercado intervenido en su oferta por los reguladores europeos. En España, en el 2017, las emisiones de la generación eléctrica de carbón aumentaron un 22% y las de ciclo combinado un 25%, con un déficit conjunto de permisos de más de 53 millones de toneladas.

En segundo lugar, en estos años ha habido inviernos especialmente fríos en centro Europa, provocando una mayor demanda de energía, basada mayoritariamente en gas natural y carbón. Otra circunstancia que ha presionado los mercados energéticos y del CO2.

Por último, la necesidad de energía en Europa se ha visto distorsionada por una bajada de reservas gasísticas como consecuencia del desvió de GNL hacia China, con una fuerte demanda por una reestructuración productiva de alguno de los sectores clave. La falta de disponibilidad de gas en Europa no ha hecho más que reforzar la presión en los mercados.

En definitiva, la mayor demanda energética en Europa en los últimos tiempos se ha sufragado con vectores energéticos más caros y más emisores provocando las subidas en dos mercados que se retroalimentan entre sí, el eléctrico y el del CO2.

Perspectivas de futuro

Nadie tiene la bola mágica de cristal para visualizar el futuro, pero las señales actuales no hacen más que reforzar las circunstancias de presión alcista, al menos a corto y medio plazo.

Siguen los problemas en Francia y por tanto siguen las exportaciones de energía eléctrica presionando la demanda nacional con un mix eléctrico donde las tecnologías fósiles tienen mucho peso. Las medidas para mejorar el mix actual que quiere implantar el gobierno español no tendrán una influencia significativa hasta dentro de unos años.

Sigue la presión China en la demanda energética. Si bien en los últimos se ha sea moderado, China está inmersa en una profunda reconversión industrial, cambiado las tecnologías más contaminantes por otras más limpias, entre ellas el gas natural proveniente del GNL.

Por último, el intenso frio en centro Europa no cesa y la demanda energética sigue aumentando.

A estas circunstancias, también se les puede añadir otras cuestiones geopolíticas actuales que no ayudan en nada a moderar la presión en los mercados. Las guerras comerciales y conflictos abiertos entre los grandes “players” mundiales genera mucho nerviosismo e inestabilidad en los mercados.

En definitiva, todo apunta que el mercado del CO2 seguirá presionado al alza por la mayor demanda de permisos como consecuencia de una mayor generación energética en base a combustibles fósiles, al menos hasta que el parque nuclear francés se normalice y cesen los fríos europeos.

Recordemos que el mercado del CO2 esta intervenido por parte de la oferta y mientras el regulador europeo mantenga las restricciones en la puesta en el mercado de los permisos de emisión, el precio seguirá alto. A demás, la presión en la demanda de permisos hace que el precio de la subasta esté muy cerca de los precios de mercado por lo que, actualmente, el dinero que llega a los Países proveniente de la subasta es sustancialmente alto. Al regulador europeo le interesa mantener los precios altos para sufragar las políticas públicas de lucha contra el cambio climático por lo que no tiene ningún incentivo para poner más permisos en el mercado.

Definitivamente, el CO2 es una “commodity” más, un “fundamental” más para tener en cuenta en la formación de precios de la energía, pero, además, es un componente de coste en los escandallos de generación energética por lo que entra directamente en la formación del precio final de la energía.

A nivel particular, quien piense que esto del CO2 no va con él, está muy equivocado, cada vez que pagamos una factura de electricidad o de gas, estamos pagando una parte del CO2 emitido como componente del precio. Mientras el precio del CO2 esté alto, el precio de la energía que pagamos todos será alto, y lo más inquietante es que a corto y medio plazo no tiene visos de mejorar.

Artur de las Heras
Colaborador de la Fundación Privada Empresa y Clima